En un mundo que está en dinamismo y cambio constante, donde existen multitud de estímulos, interacciones y demás, las personas utilizamos la atención selectiva para reducir la información a procesar, como parte de nuestros procesos de cognición social.
Tanto los esquemas como los prototipos son diferentes estructuras que nos ayudan a procesar la información social que nos llega, sobre todo en casos en los que la información social es limitada.
Los esquemas son marcos mentales que se construyen en una cultura y sociedad específica. Son estructuras cognitivas que ayudan a las personas a organizar y procesar la información social. Nos ayudan a ahorrar tiempo en el procesamiento de la información y luego de cara a recuperarla, pero pueden producir distorsiones. Si el esquema es muy rígido o si no encaja en el entorno, puede haber problemas como choque cultural o frustración. Un esquema social puede incluir ideas sobre cómo son ciertos tipos de personas, qué comportamientos esperar en situaciones sociales específicas o normas culturales. Por ejemplo, un esquema social podría ser una idea preconcebida de cómo se espera que actúe un profesor en un salón de clases.
Los prototipos, sin embargo, tienen que ver con un ejemplar dentro de una categoría en general. Es decir, son ejemplos típicos de una determinada categoría. Si los esquemas son estructuras más cerradas (como se espera que actúe un profesor en clase), los prototipos son más generales (como por ejemplo cómo es una persona religiosa o una persona democrática). Los prototipos ayudan a las personas a categorizar rápidamente a los individuos y situaciones basándose en características percibidas como comunes o representativas.
Los esquemas mentales en la cognición social
Un ejemplo podría ser cuando una persona acude a una consulta médica. Existe todo un esquema alrededor de lo que espera esa persona que va a obtener en dicha consulta (cómo el médico le va a auscultar, las preguntas que le va a hacer, las recomendaciones que le va a dar, etc).
Para qué sirven los esquemas mentales
Los esquemas ayudan a las personas a adaptarse y manejarse en situaciones de interacción social, a través de sus funciones principales:
- 1. Ayudan a clasificar la información y a incluir aquellos estímulos o que son nuevos (personas, situaciones o cosas) dentro de los propios esquemas que ya tiene cada uno.
Ejemplo: si uno ya tiene un esquema de cómo es una entrevista de trabajo y de pronto va a una y le hacen un test psicológico, incorporará esta información como posibilidad de que esto suceda en una entrevista a partir de ahora. Con ello incorporará también la forma en la que debe de reaccionar o lo que se espera de él. - 2. Nos permiten deducir características de un estímulo en función de los esquemas que ya tenemos construidos. Es decir, inferir una serie de características de la situación antes de exponernos a ella. Estas inferencias o deducciones pueden presentarse en forma de expectativas.
Por ejemplo, si tenemos un esquema mental sobre las visitas al dentista en el cual, la experiencia es traumática y muy negativa, iremos siempre condicionados bajo el miedo o con unas expectativas muy malas, haciendo que nuestra predisposición a la consulta no sea buena. - 3. Los esquemas hacen que centremos nuestra atención en determinados aspectos e influyen en la interpretación de los hechos y de las situaciones con las que nos encontramos. Si habitualmente cuando voy al dentista me centro en la sensación desagradable de la aguja y en los olores porque me dan miedo, esto hará que mi condicionamiento a esta visita, siempre sea negativo.
- 4. Por último, los esquemas son estructuras sociales compartidas por un mismo grupo social. Como se generan a lo largo de toda nuestra experiencia social, es común que los compartamos con el resto de personas de nuestro entorno y nos permitan comunicarnos con ellas con mayor facilidad.
Aunque los esquemas mentales nos resultan de gran utilidad, también conllevan un riesgo, puesto que pueden condicionarnos y hacer que nuestras opiniones tengan un fuerte sesgo. Cambiar los esquemas mentales de una persona es un proceso muy complicado y lento. No es algo sencillo que suela ocurrir. Con la edad, los esquemas mentales se van afianzando y es todavía más complejo que cambien. Son estructuras rígidas de pensamiento que están marcadas por muchos factores: vivencias, opiniones, experiencias con otras personas, creencias, el propio autoconcepto, el grupo social al que se pertenece, etc. En personas con mayor rigidez mental es casi imposible modificar un esquema mental. Por lo general, los miembros de un mismo grupo suelen compartir varios esquemas sociales.
Tipos de esquemas mentales
Aunque existen multitud de esquemas, tenemos 4 tipos que son los que más se han estudiado:
- Esquemas de personas. Conocimientos individualizados acerca de personas específicas.
- Esquemas de roles. Personas que cubren un rol específico. Ej: un directivo, un psicólogo.
- De secuencia o guiones. Conocimientos sobre eventos o situaciones y lo que se puede esperar que ocurra en ellos.
- Autoesquemas. Sobre nosotros mismos. Teorías y generalizaciones acerca de cómo somos, qué necesitamos, etc. Tienen relación con nuestro autoconcepto.
Los esquemas también pueden tener algunas características negativas:
- Cuando son sobre grupos sociales, se pueden terminar convirtiendo en estereotipos negativos.
- Guían nuestra interacción con los demás. Pueden dar lugar a expectativas que pueden influir respecto a cómo nos comportemos con el otro. Ej: Efecto Pygmalion. En muchas ocasiones, las personas pueden terminar acomodando su comportamiento a las expectativas que se tiene sobre ellos mismos. A este fenómeno se le llama “confirmación conductual”.
- Por último, las personas mostramos una gran resistencia a modificar nuestros esquemas. Cuando esto sucede, o cuando nuestros esquemas son demasiado rígidos, podemos terminar distorsionando la información y obteniendo una opinión equivocada.
Los prototipos
Para poder aplicar los esquemas, necesitamos primero ser capaces de categorizar a una persona, situación o evento dentro de un esquema en particular. Esto lo hacemos mediante los prototipos.
Los prototipos son representaciones cognitivas de una categoría. Como una especie de plantillas a partir de las cuales comparamos a los nuevos estímulos y decidimos a qué categoría pertenecen.
Los prototipos representan el miembro promedio de una categoría. Un conjunto de características comúnmente asociadas a sus miembros donde cada característica tendrá más o menos importancia en función del grado de asociación que tenga con dicha categoría. Por ejemplo, dentro del prototipo de personas católicas, el hecho de que acudan a misa con regularidad será una característica más importante que la de que les guste viajar (por no considerarse relevante para la categoría).
Los prototipos no se refieren a ningún miembro de la categoría, sino que son estructuras cognitivas abstractas.
Por otro lado, existe otra forma de almacenar nuestro conocimiento sobre el mundo, la de los ejemplares, o personas concretas más representativas de una categoría. Este tipo de clasificación permite una mayor flexibilidad que la de los prototipos, ya que pueden existir diferentes ejemplares dentro de la categoría, por ejemplo, de personas inglesas: el hooligan o el ultra del fútbol, la señora refinada británica de Londres, etc.
En resumen… los esquemas y los prototipos pueden tener riesgos
Es crucial entender que tanto los esquemas como los prototipos, a pesar de sus beneficios en la simplificación del procesamiento de la información, pueden llevar a malentendidos y prejuicios si no se utilizan de manera consciente. Al ser conscientes de estas estructuras cognitivas y cómo influyen en nuestras percepciones y comportamientos, podemos trabajar para mantener una mente abierta y flexible, lo que nos permitirá interactuar de manera más efectiva y justa con las personas y situaciones que encontramos en nuestra vida diaria. En el contexto de la psicología social, los esquemas son marcos mentales que nos ayudan a organizar y procesar la información social. Estos esquemas se desarrollan a partir de nuestras experiencias culturales y sociales, y nos permiten clasificar y comprender rápidamente la información que recibimos. Sin embargo, los esquemas pueden ser rígidos y limitados, lo que puede resultar en interpretaciones sesgadas y estereotipadas de las personas y situaciones. Los prototipos, por otro lado, son representaciones cognitivas de los miembros más típicos o característicos de una categoría. Ayudan a las personas a categorizar rápidamente los estímulos sociales basándose en características percibidas como comunes. Aunque los prototipos pueden facilitar la toma de decisiones rápidas, también pueden llevar a generalizaciones excesivas y prejuicios.
Referencias:
De la Parra, E. (2002). Fascinante técnica de los esquemas mentales, la. Panorama Editorial.
Salguero Noguera, M. (s.f.). Psicología Social. En Grado en Psicología, Módulo de Formación Básica. Universitat Internacional Valenciana.
BARON, R.A. Y BYRNE, D. (1998). Psicología Social. Madrid: Prentice-Hall.