El psicoanálisis pretendía entender e intervenir en los niveles más profundos de la mente, también llamados inconsciente. Ya que según la teoría psicoanalítica, este apartado de la mente albergaba pensamientos, experiencias y recuerdos que, sin estar al alcance de la parte consciente, influyen de forma significativa en el comportamiento y las experiencias emocionales de la persona.
Las teorías psicoanalíticas se enfocan en el análisis de la mente inconsciente. Sigmund Freud desarrolló las principales teorías del psicoanálisis, que incluyen el modelo estructural de la mente (consciente, preconsciente e inconsciente), la doctrina de las pulsiones y el desarrollo psicosexual. Freud propuso que los impulsos sexuales y agresivos, junto con la represión de estos, juegan un papel clave en la formación de la personalidad y los conflictos psicológicos. Otros teóricos psicoanalíticos, como Erik Erikson, introdujeron una visión más social del desarrollo, y Carl Jung expandió la teoría con el concepto de inconsciente colectivo y arquetipos.
1. El desarrollo humano en las teorías psicoanalíticas de Freud
Autor referente de la etapa: Sigmund Freud (1856-1939)
El psicoanálisis pretendía entender e intervenir en los niveles más profundos de la mente, también llamados inconsciente. Ya que según la teoría psicoanalítica, este apartado de la mente albergaba pensamientos, experiencias y recuerdos que, sin estar al alcance de la parte consciente, influyen de forma significativa en el comportamiento y las experiencias emocionales de la persona.
El psicoanálisis perseguía hacer conscientes estos contenidos inconscientes para así ayudar a la persona a resolver conflictos, aumentar el conocimiento de uno mismo y aliviar síntomas psíquicos y emocionales. Freud señaló que «todo consciente tiene su paso preliminar en el inconsciente, mientras que el inconsciente puede detenerse con este paso y todavía reclamar el pleno valor como actividad psíquica» (citado en La Mente es Maravillosa, 2023).
La teoría del psicoanálisis de Freud se puede estructurar en varios ejes teóricos que son:
- Su modelo tópico de la mente humana o modelo estructural. Consciente, Preconsciente e Inconsciente.
- La doctrina de pulsiones como explicación de la actividad psíquica y como fuerza estructuradora del aparato psíquico.
- El desarrollo de las etapas psicosexuales y la teoría de la neurosis.
- La teoría de las tres instancias psíquicas para explicar la personalidad. El ello, el yo y el superyo.
Aunque a día de hoy el estudio del psicoanálisis sigue resultando clave, algunas de sus teorías fueron muy controvertidas, siendo Freud desacreditado en numerosas ocasiones ya que se le acusaba de falta de pruebas científicas.
Pese a esto, la influencia de Freud en la psicología y en el estudio del desarrollo humano ha sido muy relevante, tal y como señala Newcomb, en el prólogo de la obra de Freud, “Conferencias sobre la Introducción al Psicoanálisis” , «la influencia de Freud en la psicología y la psicoterapia ha sido difícil de cuantificar. Las ideas de Freud sobre el papel del inconsciente en la enfermedad mental, la importancia de las experiencias infantiles en la formación del comportamiento adulto y la dinámica de las relaciones humanas han tenido un impacto duradero en la psicología, así como en movimientos culturales e intelectuales más amplios» (2023).
El modelo tópico de Freud. Consciente, Preconsciente e Inconsciente
El modelo estructural de Freud establece que la mente humana se organiza en tres instancias que operan de manera semi-independiente. Rodríguez Aragonés (1986) lo explica de este modo:
El Consciente Instancia donde se alojan los procesos y contenidos accesibles a la conciencia |
El Preconsciente Instancia donde se alojan los procesos y contenidos que afloran fácilmente a la conciencia |
El Inconsciente: instancia donde se alojan los procesos y contenidos que no pueden hacerse conscientes con un simple esfuerzo |
Si el consciente se sitúa en el presente y permite al individuo tener una comprensión de la realidad a través de sus vivencias, el inconsciente se encarga de los procesos mentales que se produjeron debido a eventos traumáticos o acontecimientos negativos y que se retienen para quedar fuera del alcance de la consciencia. En el inconsciente también se encuentran los deseos más primarios que han sido reprimidos. Freud pensaba que la información que estaba almacenada en el inconsciente lo hacía mediante mecanismos de defensa.
Por último en el preconsciente, una puerta intermedia entre el consciente y el inconsciente que contiene la información y los recuerdos que no son inmediatamente conscientes pero que pueden ser traídos fácilmente a la conciencia.
La doctrina de pulsiones en la teoría psicoanalítica
En la teoría freudiana, se enfatiza el papel crucial de las pulsiones sexuales y agresivas en el desarrollo de la personalidad, la conducta y la experiencia emocional. En el modelo de Freud, las pulsiones a menudo entran en conflicto con las normas sociales y los límites morales, por lo que se reprimen. Al aparecer con la represión, son empujadas del yo consciente al inconsciente, siendo responsables según Freud, de la neurosis en el individuo: un proceso que aflora cuando las experiencias reprimidas (a menudo relacionadas con las interacciones del individuo con los progenitores) luchan por emerger a la conciencia.
Así pues, la represión de las pulsiones puede dar lugar a una variedad de problemas psicológicos, y el objetivo del psicoanálisis es, en parte, descubrir y resolver estas pulsiones reprimidas para tratar dichos problemas.
El concepto de pulsión fue introducido por Freud en 1905 a través de su obra “Tres ensayos para una teoría sexual”. Más tarde, en 1915, le dedicó un trabajo completo llamado “Pulsiones y destinos de pulsión”, el cual forma parte de los escritos metafísicos de su obra, donde considera a la pulsión como un concepto clave en su teoría del psicoanálisis.
Freud diferencia el concepto de pulsión del de instinto, el cual considera que es un esquema heredado de comportamiento, adaptativo y propio de una especie animal. Este mecanismo no varía de un individuo a otro y se desarrolla según una secuencia temporal que no se deja alterar tan fácilmente (Reyes Gómez y Díaz, 2014)
Sin embargo la pulsión, según Freud, se entiende como una fuerza motriz interna que no impone un comportamiento en concreto ni está vinculada a un objeto en particular para lograr satisfacción.
Esta fuerza puede conducir a la satisfacción a través de diferentes medios. Como por ejemplo, si hablamos de una pulsión sexual, ésta misma puede gratificarse mediante el placer sexual directo, o aliviar su tensión a través de comportamientos neuróticos, o bien en actividades creativas y productivas que desvían esos impulsos sexuales hacia algo no sexual (un proceso conocido como sublimación). A diferencia del instinto, que es un patrón de comportamiento preestablecido, la pulsión es más flexible y se ve influenciada por las experiencias del individuo.
El desarrollo de las etapas psicosexuales y la teoría de la neurosis
La doctrina de las pulsiones de Freud está íntimamente vinculada con sus etapas del desarrollo psicosexual. Según Freud, las pulsiones, especialmente las sexuales y agresivas, son fuerzas que impulsan el comportamiento humano desde el nacimiento manifestándose de diferentes formas según la etapa del desarrollo psicosexual. Cada una de estas etapas estaría asociada con conflictos específicos que la persona debe resolver para obtener un desarrollo sano. La teoría psicoanalítica de Freud constataba que la forma en la que se gestionasen los diferentes conflictos que aparecen en cada etapa, tendría un impacto en la personalidad del futuro adulto.
“En este sentido el desarrollo individual consiste en la evolución de la pulsión sexual según la pauta biológica”. Así lo afirma Rivas L. (2006) quien menciona una observación de Freud: «Tales fenómenos, surgidos en la primera infancia, forman parte de un proceso evolutivo perfectamente reglado pues después de un incremento progresivo alcanzan su máximo hasta el final del quinto año, para luego caer en un intervalo de reposo» (p. 50).
- Etapa oral (0 a 1 año de edad). La pulsión se centra en la boca, los labios y la lengua. La líbido se centra en las actividades de comer y beber, esenciales para la supervivencia. Más allá de la nutrición, estas actividades también cumplen una función en la respiración y el crecimiento. En esta fase se fomentan habilidades sociales básicas como la capacidad de recibir y aceptar cuidados, fundamentales para la autoconservación del individuo en sus primeros años de vida (Villalobos Guevara, A. M., 1999).
- Etapa anal (2 a 3 años): La pulsión se relaciona con el control de esfínteres. En esta etapa, el niño(a) experimenta y maneja impulsos opuestos de retención y eliminación, marcando su conducta y relaciones sociales. Desarrolla habilidades físicas como alcanzar y empujar, influyendo en su autonomía y percepción del mundo en términos de posesión y relación con otros. Este periodo se caracteriza por deseos contradictorios de acercamiento y distanciamiento, y la capacidad de decidir autónomamente.
- Etapa fálica (4 a 6 años): Se caracteriza por la pulsión sexual centrada en los órganos genitales. Es la «fase de organización infantil de la libido que sigue a las fases oral y anal y se caracteriza por una unificación de las pulsiones parciales bajo la primacía de los órganos genitales, pero a diferencia de la organización genital puberal, el niño o la niña no reconocen en esta fase más que un solo órgano genitales, el masculino, y la oposición de los sexos equivale a la oposición fálico – castrado…» (Laplanche, Jean y Jean – Bertrand Pontalis, 194,9 p. 148). Durante esta etapa, los niños experimentan el Complejo de Edipo, crucial para la formación de su personalidad y la orientación del deseo sexual. En esta fase se introduce la conquista como forma de relación social. Es también un periodo de descubrimiento y exploración genital. Los niños comienzan a reconocer las diferencias sexuales y su propia identidad de género, influenciados por las interacciones con sus padres y otros niños.
- Período de latencia (7 a 11 años): Las pulsiones sexuales se atenúan y se subliman en otras actividades. Esta etapa se caracteriza por una pausa en la evolución sexual. En la etapa de latencia, la actividad sexual del niño se reduce y sus emociones y relaciones se vuelven menos sexuales, enfocándose más en la ternura. Surgen sentimientos como pudor, así como ideales morales y estéticos. Durante esta fase, la energía sexual se redirige hacia otras actividades aunque se pueden expresar intereses románticos. Este período inicia después del fin del Complejo de Edipo.
- Etapa genital (11 años en adelante): Resurgimiento de la pulsión sexual, orientada hacia la reproducción y las relaciones sexuales maduras. La etapa genital es la última fase del desarrollo psicosexual, marcando la maduración de las relaciones sexuales y afectivas. Tras la latencia, con la llegada de la pubertad, se activan los impulsos sexuales y agresivos, acompañados de cambios físicos y bioquímicos. Esta etapa, que se extiende desde la adolescencia hasta la adultez, se asocia con un aumento de la actividad sexual y el interés por el sexo opuesto. Freud veía el carácter genital como el ideal de madurez, donde la persona es activa, responsable y madura en las relaciones sociales y sexuales. Conocer estas etapas ayuda a guiar el desarrollo infantil, equilibrando impulsos internos y creatividad.
La teoría de las tres instancias psíquicas para explicar la personalidad. El ello, el yo y el superyo
La teoría de las tres instancias psíquicas de Freud describe la personalidad como un sistema compuesto por el ello, el yo y el superyo. Tres instancias que interactúan continuamente, influyendo en la conducta y en la toma de decisiones. Una relación equilibrada entre estas tres instancias implicaría un correcto desarrollo humano.
Ello: es la parte más primitiva de la personalidad. Lo inconsciente. “La parte oscura, inaccesible, de nuestra personalidad… Lo llamamos un caos, una caldera llena de excitaciones borboteantes” (Freud, 1932, p. 4). Esta parte rige los impulsos biológicos y busca la satisfacción inmediata. De ahí surgen las pulsiones.
Yo: Es el mediador entre el Ello y la realidad externa. Opera según el principio de realidad, y busca equilibrar los deseos del ello con las normas y reglas del mundo exterior. El “Yo” es la instancia encargada de brindar protección de los peligros que puedan existir en el mundo exterior. Un aspecto que se denominó “Principio de autoconservación” (Gross, 2016).
Superyo: Representa los ideales morales y éticos internalizados, influenciados por los padres y la sociedad. Juzga y controla las acciones, y se esfuerza por perfeccionar y civilizar nuestro comportamiento. Así pues, se denomina “sentimiento o consciencia de culpa” a esta persecución que ejerce el “Superyó” sobre el “Yo” (Gross, 2016).
Una relación equilibrada entre estas tres instancias sería resulta clave dentro del desarrollo humano.
1.2. Las aportaciones de Erikson a las teorías psicoanalíticas
Erik Erikson fundamentó su teoría en los principios del psicoanálisis de Freud, pero con una orientación distinta. Centró su atención en el estudio del «Yo» en lugar del «Ello» de Freud. A través de este enfoque, Erikson7 dice que la existencia de un ser humano depende, en todos los momentos, de tres procesos de organización complementarios: el proceso biológico, psíquico y ético-social (Bordignon, N.A. 2005).
Erikson además, se enfocó en cómo los factores socioculturales influyen en la construcción de la identidad durante la infancia. La teoría de Erikson es conocida por sus ocho etapas de desarrollo psicosocial, cada una caracterizada por una crisis específica que el individuo debe resolver para lograr una madurez saludable.
- Confianza básica vs. desconfianza básica: Esta etapa ocurre en la primera infancia. El niño desarrolla confianza cuando las necesidades básicas, como el alimento y el afecto, son atendidas por los cuidadores. La falta de esto conduce a la desconfianza.
- Autonomía vs. vergüenza y duda: En la etapa de los primeros años de vida, el niño aprende a ser autónomo y a tener confianza en sus habilidades. Si se le critica excesivamente o no se le permite actuar, puede desarrollar vergüenza y duda sobre sus capacidades.
- Iniciativa vs. culpa: Durante el juego, los niños en edad preescolar aprenden a tomar iniciativas y liderar actividades. Si sus iniciativas son rechazadas o si son reprimidos, pueden desarrollar sentimientos de culpa.
- Industriosidad vs. inferioridad: En la escuela, los niños desarrollan un sentido de orgullo y competencia en sus habilidades y logros. Si esta etapa no se maneja bien, pueden surgir sentimientos de inferioridad.
- Identidad vs. Confusión de roles: Durante la adolescencia, los jóvenes experimentan la crisis de identidad. La tarea es desarrollar un sentido claro de sí mismos y de su rol en la sociedad. La falta de esto conduce a la confusión de roles.
- Intimidad vs. aislamiento: En los primeros años de la adultez, el desafío es desarrollar relaciones íntimas. Si no se logra, puede llevar al aislamiento.
- Generatividad vs. estancamiento: En la edad adulta, el foco está en crear o nutrir cosas que perdurarán después de ellos, ya sea en la familia, el trabajo, o la sociedad. El fracaso en esta etapa conduce al estancamiento.
- Integridad del yo vs. desesperación: En la vejez, la tarea es mirar hacia atrás en la vida y sentir un sentido de cumplimiento. La desesperación puede ocurrir si se mira hacia atrás con remordimientos.
En comparación con Freud y sus teorías psicoanalíticas, podemos encontrar algunas similitudes y diferencias:
- Similitud. Ambos teóricos consideran el desarrollo humano como un proceso cualitativo y discontinuo basado en etapas. Ambos reconocen el papel de la infancia en el desarrollo posterior del adulto.
- Diferencias. Mientras que Freud se enfoca más en la propia naturaleza instintiva del ser humano y en los impulsos biológicos, Erikson le da más peso a la crianza y a los factores sociales. Para Freud además, el individuo es un ente más pasivo en su desarrollo (debido precisamente a los impulsos que le gobiernan). Erikson enfatiza la participación activa.
1.3. Las nuevas teorías analíticas:
En este sentido encontramos dos exponentes que traerán consigo importantes divergencias respecto a la teoría psicoanalista. Adler y su psicología individual (1870-1937) y Jung (1875-1961) y su psicología analítica.
Tanto Jung como Adler compartieron el concepto de inconsciente traído por Freud y cómo éste influye en su comportamiento, sin embargo, pusieron sobre la mesa algunas diferencias:
- La principal divergencia, fue la de la teoría de las pulsiones. Si bien Freud centraba el desarrollo de la psique humana en las pulsiones sexuales y agresivas, para Adler y para Jung, existían otros factores que eran igualmente importantes en la formación de la personalidad humana.
- Complejo de inferioridad. Adler introdujo el complejo de inferioridad como factor determinante en la constitución de la psique humana y como su impacto tenía efectos en el comportamiento y desarrollo humano. Jung se centró por otro lado en otras premisas como los arquetipos y el inconsciente colectivo, en lugar de “abrazar” el concepto de complejo de inferioridad. Adler argumentaba que las experiencias de la infancia y la forma en que una persona enfrenta su complejo de inferioridad influyen en la formación de su «estilo de vida» (que es la forma en la que aborda sus objetivos o metas). El estilo de vida de una persona refleja sus patrones de comportamiento y decisiones y puede ser adaptativo o desadaptativo.
- Inconsciente colectivo y arquetipos. Jung creía que dentro de la mente humana además de las experiencias individuales y los factores personales, existían patrones colectivos llamados arquetipos que influyen en el comportamiento y dotaban de sentido a las experiencias vitales. Estos arquetipos residían en el inconsciente colectivo y eran una representación de personajes, temas y situaciones arquetípicas que se encontraban en mitos, religiones, cuentos, etc. Ej: el héroe, la madre, el sabio, etc.
El psicoanálisis en nuestros días
En el psicoanálisis en la actualidad, encontramos una evolución significativa que ha ampliado sus enfoques y aplicaciones, manteniendo a la vez su esencia en el análisis del inconsciente. Hoy en día, esta corriente sigue siendo relevante para entender los procesos internos que influyen en nuestro comportamiento y emociones, pero también se ha adaptado a los cambios sociales y culturales. En la entrevista a Maria Leticia Reyes Ontiveros, psicóloga con más de 40 años de experiencia, exploramos cómo el psicoanálisis ha evolucionado y cómo aborda cuestiones actuales como la ansiedad, el estrés y las dinámicas de las relaciones interpersonales en la era digital. La entrevista también profundiza en el enfoque moderno del inconsciente, que ya no solo se refiere a los deseos reprimidos, sino que también incluye las influencias de los medios de comunicación y las normas sociales contemporáneas.
Referencias:
- Newcomb, T. (2023). Prólogo. En S. Freud, Conferencias sobre la introducción al psicoanálisis. [Prólogo]. Stuttgart, Alemania.
- La Mente es Maravillosa. (2023). La teoría del inconsciente según Sigmund Freud. Recuperado de [https://lamenteesmaravillosa.com/teoria-inconsciente-segun-sigmund-freud/].
- Rodríguez Aragonés, S. (1986). El aparato psíquico y los estados de ansiedad en la niñez. Editorial UNED.
- Reyes Gómez, A. D., & Díaz, C. L. (2014). Imaginario, Simbólico, Real. Aporte de Lacán al Psicoanálisis. Universidad Nacional de Colombia.
- Rivas L., C. A. (2006). Freud contra Freud: El psicoanálisis como saber de lo humano. Universidad Católica Andrés Bello.
- Laplanche, Jean y Jean (1994). Bertrand Pontalis. Diccionario de Psicoanálisis. 2° ed. Editorial Labor, S.A., Colombia.
- Villalobos Guevara, A. M. (1999). Desarrollo psicosexual. Adolescencia y Salud, 1(1). Recuperado de [https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-41851999000100011#Laplanche]
- Freud, S. (1932). La descomposición de la personalidad psíquica. En Obras completas (Vol. 1-8).
- Gross, A. E. (2017). El Yo no es amo en su propia casa: una revisita sistémica de la teoría de la subjetividad de Sigmund Freud. Eidos, (26), 74-104.
- Bordignon, N. A. (2005). El desarrollo psicosocial de Eric Erikson. El diagrama epigenético del adulto. Revista Lasallista de Investigación, 2(2), 50-63. Corporación Universitaria Lasallista. [Enlace URL o DOI]