Análisis psicológico de Lyle y Erik Menéndez por una estudiante de psicología
La nueva serie de Netflix protagonizada por Javier Bardem y Chloë Sevigny y los menos conocidos Nicholas Alexander Chavez y Cooper Koch (como los hermanos Menéndez) narra la historia del asesinato de Kitty y José Menéndez a manos de sus hijos, los hermanos Menéndez. Está dirigida por Ryan Murphy y se ha estrenado este mes de septiembre (2024) en Netflix. El caso de los hermanos Menéndez es uno de los más impactantes de la historia criminal de Estados Unidos. En 1989, Lyle y Erik asesinaron brutalmente a sus padres en su mansión de Beverly Hills, lo que desató un juicio mediático que capturó la atención del país. La serie no solo recrea los eventos del crimen, sino que también explora el trasfondo psicológico de los hermanos, quienes afirmaron haber sido víctimas de abuso físico y emocional por parte de su padre, lo que desencadenó el trágico desenlace. Ryan Murphy presenta una visión íntima y perturbadora de los factores psicológicos que pudieron influir en sus acciones.
El primer capítulo de la serie comienza cuando los dos hermanos Menéndez acuden al funeral de su padre en una limusina. Un evento en el que no pasa desapercibida la frialdad de uno de los hermanos, Lyle, quien le relata a su hermano sus planes y sueños de grandeza gracias al nuevo lugar que van a «ocupar» tras el fallecimiento de sus padres.
Si bien la serie comienza retratando a un altivo y déspota Lyle, también nos muestra la otra cara de la misma moneda: el miedo y la ansiedad en los ojos de Erik, el hermano menor, quien, antes de entrar a un auditorio lleno de gente, parece mostrar signos de arrepentimiento. Ambos se disponen a asistir al funeral de sus padres, un momento complicado para ellos, ya que deben continuar con su relato falso frente a la audiencia y la opinión pública: que sus padres fueron asesinados por la mafia.
Erik pronuncia unas sensibles palabras hacia su madre, recordándola por su delicadeza y sus cuidados. Lyle, por el contrario, resalta el lado más ambicioso y duro de su padre como magnate de la industria audiovisual. Se encarga de decir al público que él continuará con su «legado». «Si papá fue los cimientos, tú fuiste el papel tapiz y los hermosos muebles». En estas frases vemos cómo Lyle sitúa a su madre en un papel secundario, relegándola a ser simplemente «la mujer de», o un mero adorno. Tanto en el discurso de Erik como en el de Lyle queda claro el rol que cada progenitor tuvo con sus hijos. Esta misma contraposición de atributos también se refleja en los hermanos: Erik, inseguro frente al escenario, «débil» y sensible; Lyle, altivo, cómodo en su papel de sucesor de su padre, disfrutando de este pequeño momento de gloria que la muerte de sus padres le ha brindado.
El capítulo continúa mostrando la lujosa residencia de los Menéndez, donde un Erik torturado por los recuerdos parece intentar llevar una vida normal, aunque sin éxito, buscando escapar de sus remordimientos a través del deporte. Desesperado, al darse cuenta de que los recuerdos lo siguen atormentando y no puede seguir adelante, decide acudir a su terapeuta, el Dr. Oziel, quien casualmente está leyendo Poder sin límites de Anthony Robbins cuando Erik lo llama.
Erik llega a la consulta del doctor con una mezcla de miedo, nerviosismo y ansiedad. Parece no sentirse seguro en la consulta y lo que más le preocupa es poder hablar en un espacio confidencial. Por ello, deciden salir a un parque para conversar.
Al principio, Erik no cuenta la verdad sobre lo que realmente lo atormenta, pero le habla de sus deseos de poner fin a su vida, ya que vive completamente atormentado tras la muerte de sus padres. Cuando finalmente decide contar la verdad, lo hace como un desahogo, buscando que el Dr. Oziel lo reafirme en que no es una «mala persona» o un «monstruo» por lo que ha hecho. Llama la atención que cuando el Dr. Oziel indaga en los motivos detrás del asesinato, Erik parece más preocupado por su imagen pública que por la gravedad de los hechos.
Durante la sesión, Erik relata cómo planearon y ejecutaron el asesinato de sus padres. En un momento dado, el doctor le pregunta por los motivos del crimen, y es entonces cuando, a través de las palabras de Erik, se presenta la figura de un José Menéndez violento y autoritario. También se describe a una madre co-dependiente, alcohólica y depresiva, incapaz de enfrentarse a su marido o de proteger a sus hijos. En lugar de ello, actúa como cómplice, usando su papel como madre y esposa de Menéndez para desacreditar a sus hijos desde una posición de superioridad moral.
Un aspecto que sugiere que el personaje del Dr. Oziel será clave en próximos capítulos es su forma de manejar la situación. Cuando Erik le cuenta que la idea de matar a sus padres surgió de una ficción televisiva en la que unos niños ricos matan a sus progenitores, el doctor le pide que vuelva a su consulta y que llame a su hermano. Además, el Dr. Oziel se asegura de obtener una coartada que confirme que ha visto a los dos hermanos en consulta, por si le sucediera algo. Llama por teléfono a su amante, quien, tras resistirse inicialmente, acude como «supuesta paciente» a la sala de espera. El doctor parece estar tratando de mantener su posición de poder frente a los dos asesinos, haciéndoles ver que puede serles útil en un futuro juicio, al explicar que el asesinato fue un acto pasional provocado por los abusos de un padre autoritario, y también les recalca que no puede revelar nada de lo que le cuenten. El Dr. Oziel parece más interesado en tener un relato completo de los hechos que en escuchar cómo se siente Erik sobre el acto que ha cometido, lo que sin duda resulta intrigante para el espectador y sugiere que el personaje será relevante en el futuro.
Finalmente, Lyle acude furioso a la consulta del Dr. Oziel al darse cuenta de que su hermano ha revelado su secreto. Aunque en un principio intenta maquillar lo sucedido y hacer creer al médico que Erik ha inventado la historia, acaba admitiendo que ambos fueron los responsables y no la mafia, como están haciendo creer al público. Lyle adopta una actitud amenazante y altiva frente al doctor, en un intento de infundirle miedo por si se le ocurre contar a la policía lo que sabe. En una conversación posterior con su hermano en el coche, Lyle le muestra su apoyo incondicional y le hace ver que tendrán que matar al Dr. Oziel si quieren evitar ser descubiertos. Una vez más, queda claro que para Lyle, «el fin justifica los medios».
Temas psicológicos que aborda el capítulo 1 de Monstruos: «La culpa fue de la lluvia»
¿Son psicópatas Lyle y Erik Menéndez? ¿Son sociopatas? ¿Tienen algún tipo de patología?
Según la OMS, «La psicopatía es una afección mental que se caracteriza por un patrón prolongado de manipulación, explotación o violación de los derechos de otros sin remordimiento». En palabras de Rober Hare, psicólogo experto en criminología, «El psicópata es un depredador de su propia especie que utiliza la manipulación, la intimidación, el encanto personal y la violencia para controlar a los demás y satisfacer sus necesidades egoístas».
Si analizamos el primer capítulo de la serie, podríamos decir que en el caso de Lyle sí que parece que puede presentar signos de psicopatía o sociopatía, puesto que se muestra completamente insensible y sin arrepentimiento respecto al asesinato de sus padres que ha cometido. También demuestra claros signos de arrogancia y superioridad. Pero, ¿Y Erik? A Erik le vemos algunos rasgos de arrepentimiento, pero no sabemos si es más en relación con el daño de su imagen pública que con un arrepentimiento real. Tendremos que esperar más capítulos para seguir analizando su personalidad.
¿Pueden los psicópatas sentir arrepentimiento de sus actos?
Los psicópatas, debido a sus características psicológicas, suelen tener una capacidad muy limitada o nula para sentir un arrepentimiento genuino o real debido a sus actos. Esto es porque la psicopatía se asocia con una falta de empatía y una incapacidad para reconocer el sufrimiento que sus acciones pueden causar a los demás.
En lugar de arrepentimiento auténtico, un psicópata podría mostrar signos de arrepentimiento superficial o estratégico, como en situaciones donde hacerlo podría beneficiarle o evitar consecuencias negativas, como el castigo o la pérdida de estatus. Sin embargo, este “arrepentimiento” no surge de un sentimiento genuino de culpa o conciencia moral, sino más bien de una evaluación fría y racional de cómo sus actos le afectan personalmente.
En resumen, los psicópatas no experimentan el arrepentimiento en el sentido emocional y moral en el que lo hacen la mayoría de las personas, sino que pueden exhibirlo de manera calculada cuando les conviene. Tendremos que esperar a ver más capítulos de la serie para analizar si Erik es un psicópata.
Los personajes no son planos. No hay buenos ni malos como tal. El retrato de los mismos tiene muchas «aristas»
Los personajes no son planos. No hay buenos ni malos como tal. El retrato de los mismos tiene muchas «aristas».
En esta serie no parece haber personajes planos. «No hay buenos ni malos». Todos forman parte de una espiral de violencia y de una escala de valores centrada en lo material y en la imagen de poder y sumisión sobre los demás. Los padres, las víctimas, nos ofrecen un retrato que muestra cómo han transmitido a sus hijos la necesidad de cuidar su imagen pública, el «qué dirán», y la demostración del poder que ejercen sobre otros desde un punto de vista jerárquico, violento y autoritario. Es decir, si queremos entender de dónde proviene la falta de escrúpulos de los dos hermanos, solo tenemos que analizar el retrato que este primer capítulo comienza a dibujar sobre los padres. Aún queda mucho por ver en la serie, pero este piloto nos da pistas sobre lo que encontraremos más adelante: cómo los roles de víctima y verdugo se alternarán en diversas ocasiones entre los hijos y los padres. Esto nos lleva al último punto:
Una relación de competencia y rivalidad entre los padres y los hijos.
Existe una relación de competitividad entre los miembros de la familia Menéndez. Dos equipos: los hijos y los padres. «Desde ese momento, lo elegí a él frente a mis padres», dice Erik sobre su hermano mayor, después de una acalorada discusión en la que los padres arremeten contra Lyle por haber cometido plagio en Princeton. Aunque aparentan ser una familia unida, los Menéndez están divididos en dos bloques rivales. Por un lado, los padres; por el otro, los hijos, quienes forman equipo para enfrentar la adversidad de tener un padre violento y déspota como José Menéndez. Esta relación fraternal llevada al extremo convierte a ambos hermanos en cómplices de un acto de gran brutalidad, donde Lyle encarna la parte más agresiva y Erik, aunque más calculador, también representa la sensibilidad.